Todos tenemos pequeños gestos que repetimos miles de veces para luchar contra el frío: saltamos, tocamos las palmas para hacer subir la sangre caliente hacia las extremidades; nos frotamos los brazos, soplamos en las manos… Pero imagina que no tengas la posibilidad de hacer esos gestos. Los niños con discapacidad física o motora se encuentran en una situación de vulnerabilidad cuando llega el invierno.
Sacoconfort realiza sacos a medida y adaptados a cada persona y silla de ruedas para proteger del frío de la cabeza a los pies. Por la cabeza se deja escapar hasta el 30 por ciento del calor corporal de ahí la importancia de las prendas que integran capucha. Además, las orejas también pueden ser cubiertas, puesto que son sensibles a los sabañones. También es fundamental proteger la nariz y la boca al pasar de un ambiente cálido a uno frío, especialmente durante la mañana, cuando muchos niños se enfrentan al fenómeno de inversión térmica caracterizado por una reducción significativa de la temperatura.
Los pies y las manos no tienen mucha grasa, así que la sangre es el único elemento que los calienta. En caso de frío extremo, las extremidades serán las primeras en sentirse afectadas. Una persona sin discapacidad puede hacer grandes movimientos de brazos o empezar a moverse para enviar sangre caliente hacia las manos o los pies. Pero una persona con discapacidad física tendrá más dificultades para activar la circulación de la sangre hacia esas zonas. Los sacos térmicos, polares e impermeables de Sacoconfort protegen manos y piernas para que no se vean afectadas.
Los chubasqueros adaptados consiguen que no exista un desperdicio del calor corporal.
La alimentación también tiene un papel destacado a la hora de evitar enfermedades y resfriados típicos de los meses de frío. La dieta debe incluir frutas y verduras, ricas en vitaminas A y C, además de pescado y leche. Es recomendable no darles bebidas frías, y ofrecerles caldos y bebidas calientes o agua y zumos naturales a temperatura ambiente.
Los cambios bruscos de temperatura deshidratan la piel y la hacen mucho más frágil y sensible. El frío, el viento y el sol pueden lesionar la piel de los niños. La sequedad del ambiente puede provocar irritaciones y fisuras en la piel, y por ello es fundamental mantenerla bien hidratada con cremas.